SARCÓFAGOS DE CÁDIZ

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Visitar el Museo de Cádiz y no quedar asombrado con los sarcófagos que alberga, es imposible. Su  magnífico estado de conservación, la belleza de sus líneas y sobre todo tener la oportunidad de ser espectadores de un trozo de nuestra historia, es más que suficiente para dejarnos un buen tiempo junto a estas piezas del Museo de Cádiz.

Pero, como siempre, antes de hablaros de estos sarcófagos, me gustaría hacerlo del momento en el vivieron las personas cuyos restos se encontraron en el interior de ellos. Ya sabéis que siempre que contemplo algún retazo de nuestra historia, intento rememorar a las personas que se movieron detrás de él.

CONTEXTO HISTÓRICO

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Cesado el comercio fenicio, a las gentes de Tiro, les van a sustituir en el comercio con estas tierras los púnicos de Cartago. La firma en el 509 a.C., de un tratado con Roma y sus aliados griegos, que delimitaban los ámbitos comerciales de aquellas potencias, consolidó su dominio de las rutas comerciales del Sur. Las viejas colonias fenicias pasan ahora a la órbita púnica y, sobre todo, a partir de mediados del siglo III a.C., ello es debido a que aquí los púnicos encontraron, en los metales y en otros recursos que les brindaba el territorio, medios suficientes para afrontar los fuertes pagos de guerra a que les había sometido Roma tras sus primeras derrotas contra Roma. Cartago obtuvo de nuestras tierras hombres y medios que le capacitaron para llevar a cabo su revancha contra los romanos. Con generales como Amílcar, Asdrubal, y sobre todo, Anibal, los cartagineses dominarán el territorio, militarizándolo y provocando el estallido de la Segunda Guerra Púnica. En esta contienda reside la causa de la llegada y la conquista de Andalucía por Roma, a finales del siglo III a.C.

Pero mientras tanto, en el interior y en las costas andaluzas el comercio púnico seguía sacando rentabilidad a las explotaciones de metales y a las industrias derivadas de las pesca, en las que destacaba entre otras, la obtención de la púrpura del Murex y la comercialización de las salsas de pescado, como el garum, que tanto desarrollo tendrá posteriormente en época romana. De las pesquerías y las conservas que en el litoral andaluz explotaban los púnicos se hace eco Timeo un autor de los siglos IV-III a. C., quien cuenta que las gentes de Gadir navegaban a una zona del Atlántico donde pescaban en grandes cantidades atunes de un  tamaño asombroso, «que ponen en conserva y, echándolos juntos en unos depósitos, los llevan a Cartago, de donde no sólo se exportan, sino también los utilizan para su consumo, dada su excelente calidad»

En cuanto a la agricultura, las fuentes literarias son prácticamente inexistentes, salvo por un caso, el tratado del agrónomo Magón, el cual, gracias al interés que despertó entre los romanos, fue conservado dicho tratado para la floreciente agronomía latina, gracias al haber sido recogido por Varrón y Plinio. De estos conocimientos cartagineses sobre las cuestiones agrícolas deben derivar muchas de las particularidades que se conocen gracias al gaditano Columela.

Los romanos conquistaron el territorio, lo integraron administrativamente en la Provincia Hispania Ulterior y colonizaron las mejores tierras de la que, en el futuro sería la Provincia Baetica .

ASÍ COMENZÓ TODO

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En 1912 Pelayo Quintero Atauri comenzaría las excavaciones de la necrópolis fenicia de la Punta de la Vaca, lugar donde en 1887 y a causa de las obras emprendidas para la Exposición Marítima Internacional, se había descubierto el sarcófago antropoide masculino, que terminaría con la creación de un Museo Arqueológico en Cádiz.

Quintero Atauri continuaría las investigaciones arqueológicas en dicha ciudad, donde descubriría un buen número de tumbas, al tiempo que llevaría a cabo otras excavaciones arqueológicas en Cádiz (y fuera de la misma, como en San Fernando) entre el año 1912 y 1938;

SARCÓFAGOS

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Los sarcófagos antropoides de Cádiz son los únicos ejemplares encontrados hasta la fecha en España, y en toda Europa sólo existen, además de éstos, algunos en Sicilia y los hallados en la ciudad libanesa de Sidón, que se exponen en el Museo de Louvre de París. La mayoría de los investigadores piensan que las piezas gaditanas son importaciones del Mediterráneo Oriental o del sur de Italia, lo cual confirma el destacado papel de Gadir en el mundo fenicio. No obstante, también se ha defendido la presencia de un taller local. En cualquier caso, está claro que las personas que se enterraban en este tipo de sarcófagos pertenecían a la clase dirigente, pese a que los ajuares que poseían fueran muy escasos. El propio contenedor del cuerpo era por sí solo un elemento de prestigio al alcance de muy pocos.

SARCÓFAGO MASCULINO

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El sarcófago fenicio antropoide masculino apareció el 30 de mayo de 1887 durante unas obras en la zona conocida como Punta de Vaca para levantar el pabellón de la Exposición Marítima Nacional. Se encuentra en el  Museo de Cádiz. Se trata de un sarcófago fabricado en mármol Blanco (Parece que el mármol empleado para fabricar tanto este sarcófago como el femenino procede de la misma cantera, quizás de Asia Menor). Se ha ubicado en el  período cultural llamado del Hierro Antiguo- Fenicio-Púnico.

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Está compuesto de dos piezas de mármol, caja y tapa. La tapa representa a un hombre barbado, vestido con túnica bajo cuyo borde asoman los pies, sostiene en una de sus comic-web-001-e1541402109431.jpgmanos una granada, labrada en la tapa, y en la otra una guirnalda de hojas o flores, pintada, que ya hoy no se conserva. Dentro se encontraba un esqueleto, algunos fragmentos de madera y cinco clavos de bronce, restos de la caja interior.

Su hallazgo supuso la creación del Museo Arqueológico de Cádiz -fue su primera pieza- y profundizó en la historia de los antiguos pobladores de Gadir. Su grado de conservación, sarcofago_antropomorfo_cadiz_h1pese a datar de la época púnica, 400 años antes de Cristo, sorprende a los que la visitamos. Con una longitud de 2,19 metros y 81 centímetros de anchura, el sarcófago alojaba los restos de un fenicio de clase social alta o incluso con algún tipo de cargo, pese a que se hacía acompañar por poco ajuar en su viaje a la otra vida.

El trabajo de la piedra indica la labor de un artista griego o fenicio muy helenizado, buen conocedor de las técnicas de los grandes maestros del arte clásico del siglo V a.C.

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Con el sarcófago antropoide masculino «se despertó el interés por la historia fenicio púnica de España», según Juan Alonso de la Sierra, director del Museo Provincial de Cádiz.

SARCÓFAGO FEMENINO

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La conocida como ‘Dama de Cádiz‘ apareció durante unas obras en la antigua calle Ruiz de Alda. Fue el viernes 26 de septiembre de 1980, casi a las dos de la tarde,  cuando apareció el sarcófago antropoide femenino de Cádiz. Era la segunda pieza de este tipo que se encontraba en la ciudad, también la segunda en toda la península Ibérica y una de las diez encontradas en todo el mundo. Una pieza de artesanía fenicia que demostraba la importancia de Gadir como centro económico de esta civilización. Apareció casi un siglo después del masculino. Su sarcófago, al igual que el masculino descansa en museo de Cádiz. Aunque a mi lado romántico le habría gustado que fueran una pareja que hubiera querido sobrevivir en la eternidad, no tuvieron ningún tipo de relación, ya que fue localizado en puntos muy distantes de la ciudad, además de datar del 470 antes de Cristo y el masculino, como dije antes en el 400 a.C.

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El mármol empleado para fabricar este sarcófago, al igual que el masculino podrían proceder de la misma cantera, quizás de Asia.

El sarcófago se encontraba protegido por una funda de sillares verticales alrededor de la tapa, que habían sido labrados interiormente  y quedaba cubierto por bloques de piedra de gran tamaño, ahuecados para proteger la cubierta. Una excavadora había chocado con la tumba, desplazando la cubierta y seccionando la tapa a la altura de los tobillos.

En la tapa del sarcófago se indicaban los rasgos físicos de una figura femenina. La cabeza, en altorrelieve, corresponde a los rasgos de una mujer joven peinada con tres filas de bucles en forma de bolas. El rostro tiene una expresión serena y reposada. Los ojos son grandes y de párpados gruesos, la nariz recta y la boca pequeña. El cuello queda indicado por una pequeña depresión que parece imitar el borde superior de la túnica. El vestido es liso, sin pliegues ni cinturón, no se marcan las mangas y debe pensarse que todos los complementos decorativos se indicarían mediante pintura, que ya no se sarcofago_antropomorfo_cadiz_n1 - copiaobservan. La única policromía que permanece es la del pelo, de colorcomic-web-0011.jpg rojizo. La mano derecha está extendida y abierta, mientras que la izquierda se pliega sobre un alabastrón alargado.

La disposición de los huesos indicaba que el cadáver había sido colocado con los brazos estirados y las manos recogidas sobre la pelvis, la izquierda sobre la derecha, y que se le había vendado fuertemente de modo que la columna vertebral estaba sensiblemente doblada y que las rótulas quedaban en contacto.

A los lados del cráneo se encontraron unas pestañas de bronce que indican la existencia de una máscara funeraria; esta máscara formaría parte del estuche cuya forma se vació en el fondo de la caja. Cuatro clavos de bronce hallados junto a los pies deben corresponder a otro estuche similar que cubriría esta parte. El resto del cadáver podía ir cubierto con cartones estucados y pintados al estilo de los sarcófagos egipcios tardíos.

Los tejidos, de los que a simple vista se observaban hasta ocho capas superpuestas, invitaban a pensar en una momificación parcial a base de vendajes muy apretados, mejor que en un sudario único.

Los únicos objetos de ajuar eran piezas de uso muy personal, sin valor material. Se trata de un escarabeo de calcedonia verde y cinco pequeños colgantes de loza en forma de ureus.

El ARQUEÓLOGO PELAYO QUINTERO ATAURI. TUVO UNA CORAZONADA CON LA QUE MURIÓ

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A raíz de los importantes hallazgos de Punta de Vaca sería cuando la  arqueología consigue atraer la atención del gran público, y comienzan a hacerse excavaciones mucho mejor detalladas desde el punto de vista metodológico. De hecho, una gran parte de la información que tenemos del Cádiz antiguo proviene de los informes de Pelayo Quintero (1916-1935).

Lo más sorprendente es que Quintero dedicó parte de su vida a encontrar un sarcófago femenino del que nadie había oído hablar. Desde que apareció el sarcófago masculino Quintero decía «Tengo la certeza de que hay más. Algunos se habrán perdido porque el mar ha avanzado sobre la necrópolis pero hay muchas zonas de la ciudad donde no se ha excavado todavía».

Pelayo murió y pasaron los años, hasta que un 26 de septiembre de 1980. Ramón Corzo intervino y comenzó la inspección arqueológica: el sarcófago fenicio femenino existía y había aparecido. Pelayo tenía razón…La pareja femenina del sarcófago antropoide masculino de Cádiz apareció finalmente en 1980, décadas después de la marcha de Pelayo Quintero a África y de su muerte en Tetuán en 1946. Pero, lo que sin duda es un guiño irónico del destino, es que viniera a  aparecer nada menos en lo que había sido la casa de Pelayo Quintero, quien precisamente pasó gran parte de su vida convencido de que en el subsuelo de la ciudad, en alguna parte, existía un sarcófago antropoide fenicio femenino. De hecho, dedicó parte de su existencia a buscarlo, pero falleció sin conseguirlo y sin saber que el sarcófago femenino descansaba justamente bajo sus pies. Esta historia encontraría eco en el mundo literario a través de las páginas de Pilar Paz Pasamar, Fernando Quiñones o Felipe Benítez Reyes, por ejemplo.

Felipe Benítez Reyes escribió en Mercado de Espejismos al respecto:

«Quintero Atauri tuvo, en fin, un sueño, pero nunca supo que dormía sobre ese sueño. Jamás se nos ocurre mirar la tierra que pisamos cada día de nuestra existencia, aunque la mayoría de las veces esa tierra pisoteada es el único tesoro accesible: un lugar insignificante en el universo».

NECRÓPOLIS EN GADIR

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Sabemos que tanto en las culturas FENICIA Y ROMANA, tan presentes en Cádiz, la zona de necrópolis —etimológicamente “ciudad de los muertos”— se situaba en las afueras de la ciudad. Ruiz Mata la sitúa “a extremos de la isla alargada —Cotinusa—, que un canal separaba de la isla más pequeña —Eriteía— donde se situaba la ciudad”. En efecto, el hecho de situar la necrópolis no sólo fuera de la ciudad, sino separada de ésta por un río o brazo de mar, sigue el patrón fenicio.  Por otra parte, desde una óptica práctica, tiene lógica que la necrópolis se encontrara fuera de la ciudad. Por simple funcionalidad, los barrios industriales estaban situados en las afueras, lejos del “centro”. En el caso de las necrópolis, la proximidad a los recursos naturales gaditanos,  como la piedra ostionera, utilizada para la construcción, la arcilla para la fabricación de urnas y vasijas, así como los pozos de agua dulce, para los banquetes funerarios, justifican esta posición. En el caso de las cremaciones,  la quema del cadáver se realizaba en las afueras por razones higiénicas.

Por otra parte, también se han documentado tumbas, como las de la calle Santa Cruz de Tenerife, que no siguen el ritual estable, sino que parece que el cadáver ha sido abandonado (Corzo Sánchez, 1992: 275). Esto  lleva a pensar que quizás los niveles más pobres de la sociedad no se preocupaban por venerar a sus muertos, o simplemente que no podían permitirse los ritos funerarios.

Corzo afirma igualmente la existencia de cremaciones fenicias del siglo VII a.C., aunque en este caso se trata de tumbas aisladas.

LOS RITOS FUNERARIOS

En las necrópolis de Gadir/Gades se encuentran dos ritos funerarios distintos: el de la inhumación y el de la incineración.  En líneas generales, el hecho de efectuar un cambio en la manera de venerar a los difuntos suele suponer, en la mayoría de casos, un cambio de mentalidad; en otras palabras, se puede llegar a pensar que este cambio tiene una influencia externa. De esta manera, Corzo Sánchez establece el siglo V a.C. como el momento de la evolución del rito de incineración al de inhumación, por la influencia egipcia de conservación del cuerpo, no obstante, propone que la incineración se extiende con los romanos, llegando a su culmen en el periodo imperial romano, coincidiendo con la etapa de mayor densidad demográfica. No en vano Estrabón (Geografía III, 5, 3) hablaba del reducido espacio que tenía la ciudad, por lo que la incineración supondría una organización mayor en la necrópolis.

Sin embargo, casi todos los autores coinciden en que la inhumación se implanta de nuevo definitivamente en el siglo III d.C. La elección de un ritual determinado, ya sea inhumación o incineración, responde más a la entidad étnica, la tradición familiar, la disponibilidad de espacio o incluso el gusto.

 

REFERENCIAS:

-HISTORIA ANDALUCÍA- JUAN ANTONIO LACOMBA (COORDINADOR)

-FUENTES LITERARIAS PARA LOS AGRICULTORES CARTAGINESES. EL TRATADO DE MAGÓN- RODOLFO DOMINGUEZ PETI

-RED DIGITAL DE COLECCIONES DE LOS MUSEOS DE ESPAÑA.

-EL MUNDO. ES

-EL PAIS

-JUNTA DE ANDALUCÍA.ES

-DIARIO DE CÁDIZ

-COSTASUR.COM

LA URNA FUNERARIA EN LAS NECRÓPOLIS DE GADIR-CARMEN MUÑOZ PÉREZ

 

FOTOGRAFÍAS

CADIZPEDIA.WIKANDA

DIARIO DE CÁDIZ

MUSEO DE CÁDIZ

EL MUNDO.ES

JUNTADEANDALUCÍA.ES

AYUNTAMIENTO DE CÁDIZ

ELPAIS.ES

 

 

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